Igual que con muchos casos sudamericanos durante la década de los 90’ del siglo XX, la empresa de telecomunicaciones fue concedida en un 50% de sus acciones a capital privado, en este caso a la compañía Telecom Italia, la cual se encargó de hacer una inversión de 610 millones de dólares para ampliar las capacidades técnicas y calidad en el servicio de llamadas nacionales e internacionales.
Por más de 10 años, el capital italiano administró la compañía con mucha resistencia, debido a las políticas neo-liberales que para entonces regían al país. Los rumores de la venta de Entel causaron gran conmoción nacional; pero, bajo una campaña de defensa por el patrimonio boliviano, los rumores se desvanecieron.
Para 2006, con la llegada de Evo Morales al poder, la empresa entra en disputa para lograr su nacionalización, cosa que sucedió en 2008 bajo el Decreto Supremo 2954; de esta forma, el organismo pasó a manos del Estado. La transición no fue fácil, considerando las posiciones políticas que al respecto entraron en querella. Pese a todo, Entel siguió con sus operaciones de forma normal, diversificando los servicios hacia la telefonía fija, móvil y el acceso a internet. En zonas urbanas, la empresa cubre la casi la totalidad de la demanda; en zonas rurales abarca cerca del 40%.
Aún con muchos retos que superar, Entel no está cerca de abandonar la cima como la empresa más poderosa de Bolivia, valoración que refrenda la revista Bolivian Business en su octava versión de los premios en este 2021, la cual califica a la compañía de telecomunicaciones como la más sólida del país, además de ser la de mayor preferencia entre los bolivianos.